El papa Francisco, desde el inicio de su Pontificado, no ha dejado indiferente a nadie. Ha generado simpatías y antipatías, filias y fobias, tanto desde las denominadas vulgarmente izquierdas socio-culturales y políticas, como desde las derechas. Algunas derechas, lo tildan de liberal y de modernista, de populista o de peronista, e incluso de marxista sin más. Ciertas izquierdas, simpatizan con él y hasta lo incluyen «dentro de las denominadas corrientes de la teología de la liberación», achacándole, eso sí, el tener un «pensamiento lento en la acción y más bien metafísico o teórico», como si perteneciese a una cuarta vía dentro de dicha teología de la liberación.
Algo es cierto: nuestro papa Francisco no se deja encasillar fácilmente en el dualismo derechas-izquierdas. ¿Qué podemos afirmar, tras este primer panel de opiniones, tan diversas y tan contradictorias?
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