La lúcida ensayista y profesora Camila Henríquez Ureña (Santo Domingo, 1894-1973) desarrolló una notable labor intelectual. Además, compiló –junto con Juan Ramón Jiménez y José María Chacón y Calvo– la antología La poesía cubana en 1936. Fue codirectora de la revista Lyceum y consejera editorial del Fondo de Cultura Económica y de la Casa de las Américas. Enseñó en Cuba y los Estados Unidos.
Atravesado por la guerra de España y la lucha contra el fascismo, 1939, el año en que fueron pronunciadas estas dos conferencias, fue, en Cuba, el del tercer congreso de mujeres; había urgencia de movilizarse para trabajar por un futuro de justicia, en vísperas de la Asamblea Constituyente. Camila no rehuyó esos compromisos. Su inteligencia iba desbrozando temas y rutas de acción política para entonces y para ahora. No es azaroso que en estas páginas una muchas ideas que son hoy de uso común para describir la dominación patriarcal, y que resuenen el llamado urgente a defender los espacios ganados. Al comprometerse en la denuncia y trabajar por la dignidad de «la mitad femenina del mundo», Camila nos está legando un ejemplo. Nos toca honrarlo.
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